Aunque evidentemente se pueden tomar y aplicar medidas a corto plazo que eviten temporalmente el problema, se están buscando fórmulas capaces de acabar con el problema de raíz. Para ello, la UE ya se ha puesto manos a la obra y cada vez son más los estados e instituciones que buscan medidas y caminos para erradicar el problema. Países como Francia o Reino Unido ya son referentes en Europa cuando hablamos de combatir la pobreza energética, aunque todavía falta camino por recorrer.
La rehabilitación energética es la mejor de las medidas para acabar con este tipo de pobreza. A través de la mejora de la eficiencia energética de los edificios, junto a un buen uso de las nuevas tecnologías y una óptima gestión de la energía, se puede disminuir la pobreza en miles de hogares. Como la inversión en la rehabilitación de algunos edificios puede llegar a ser realmente cara, se deben realizar estudios personalizados o segmentados para que instituciones y gobiernos puedan dar ayudas y elaborar planes más específicos.
Otra de las medidas a adoptar a medio y largo plazo es una correcta cultura y educación energética. Es importante tomar conciencia de la importancia de la eficiencia energética, interiorizando las ventajas que puede dar en el futuro una inversión dirigida a mejorar la energía de la vivienda. El ahorro que conlleva la eficiencia energética es un gran incentivo para lograr esta cultura, aunque sólo parece tomar fuerza en los periodos de crisis o cuando hay dificultad para pagar las facturas.
Una tercera medida efectiva es llevar un control de los hogares que sufren de manera más severa la pobreza energética. Con un control adecuado, empresas, instituciones y gobiernos pueden emitir información más precisa al consumidor. De esta forma, cuanta mejor y más información se tenga al respecto del consumo energético, mejores serán las decisiones a tomar a medio y largo plazo.